La actual Constitución española nació como consecuencia del trabajo de de los llamados padres de la Constitución, los siete ponentes hombres que se encargaron de redactarla. Para edificar los pilares de un texto tan fundamental, hubiera sido necesario incluir también la mirada de la mujer. Tal vez así se hubiera puesto más énfasis en aspectos fundamentales contra la violencia y que posibilitaran leyes más justas e igualitarias para ambos sexos.
Estamos viviendo momentos de auge de la violencia machista, maltratos infantiles, desigualdades de clase, discriminaciones por sexo, cultura, raza, ideologías y religiones. El poder de la fuerza como arma de coacción gana terreno y acrecienta la injusticia. Sin embargo, la sociedad está cambiando. Ya no basta con improvisar leyes que se adapten al color político del partido que las promueve. Esto ocurre porque no hay unos pilares, unas estructuras sólidas donde apoyarse, unas estructuras escritas con otros registros, con unos valores que impidan la manipulación constante con una justicia de doble rasero.
En la actualidad son muchas las voces que hablan de hacer algunos cambios en la Constitución. Una nueva Carta Magna que posibilite cambios en algunos artículos o incluso introducir algunos nuevos. Todo ello bajo una nueva dimensión que haga posible dialogar sobre federalismos, repúblicas, independencias u otros intereses de acuerdo a diferentes ideologías.
Nuestra Constitución nació en 1978 bajo fuertes presiones por estar nuestro país todavía muy contaminado por la dictadura franquista. Debido a que la mentalidad española del momento estaba bastante arraigada en la masculinidad hegemónica, fueron únicamente hombres los encargados de su elaboración. Casi 40 años después creo que esta Constitución, sobre todo en algunos terrenos esta desfasada. Más allá de algunos aspectos indicados anteriormente, nuestra Constitución está desfasada porque se construye sobre la mitad del pueblo español (los hombres). La nueva Carta Magna, que se hace imprescindible, tiene que recoger esa realidad: las mujeres han dejado de ser seres invisibles y por consiguiente deben dejar su impronta en el nuevo texto constitucional. No sólo por motivo de igualdad y paridad, sino porque también se necesita esa otra visión que aporta la mujer para construir una Constitución desde el humanismo. Esa ampliación de miradas, tal vez marque algunas bases que contribuyan a erradicar todas esas injusticias que hablaba al principio. Unas bases sobre las que se puedan construir leyes que desmonten tanta discriminación y desigualdad.
En esta nueva Constitución también debe tenerse en cuenta la pluralidad de los hombres, que desde la mirada de las nuevas masculinidades aportan una confluencia real hacia una verdadera igualdad. Hombres que no hablen en clave de partido y solo desde el humanismo.
La Constitución española no puede quedar marcada por la mirada masculina, eso es fruto de otro tiempo y tenemos que dar un paso adelante, un paso realmente igualitario. Desde esa nueva Constitución el machismo, la violencia de género, las discriminaciones, los abusos de poder y las diferentes fobias (homofobia, xenofobias, etc) podrían ir erradicándose. No podemos estar siempre pendientes de leyes cambiantes por intereses de partido. Si queremos hablar de Igualdad, la Constitución Española no puede tener el sesgo de sexo masculino que actualmente tiene.
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